DIARIO
DE VIAJE A LA ISLA DE EL HIERRO EN 1779
Juan Antonio
Urtusáustegui (1731-1794), nacido en el seno de una de las más influyentes
familias del Valle de la Orotava. Fue un ilustrado curioso e inquieto
corresponsal amigo íntimo de Viera y Clavijo,
invitado permanentemente a la Tertulia de Nava y fundador de la Real Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife. A lo largo de su vida ocupó
relevantes cargos civiles y militares. En 1779 visito la isla del Hierro como
gobernador de Armas y dejo escrito una relación de su estancia que supone uno
de los escasísimos documentos sobre la marginada realidad herreña en el siglo
XVIII.
Urtusáustegui
ha proporcionado uno de los pocos escritos que hablen sobre la isla del Hierro,
fruto de su aislamiento. Urtusáutegui fue capaz de tener una gran capacidad de
observación ya que en su diario de viaje hablaba de las realidades que en aquel
entonces ya formaban parte de la isla como los países del Julan, los Lomos y
La Dehesa. Además de la carencia de
agua, el bataneo de la lana, la situación de la ganadería etc.
El
viaje de Urtusáustegui comienza el 4 de
Agosto de 1779 en Santa Cruz de Tenerife, después de que el Marqués de Talavosos le enviara con el gobierno de
las armas a la isla. Casi dos días después, exactamente 36 horas después de su
embarco, tomaron tierra en Punta Grande.
Se hospedo en el pueblo de Frontera en la casa de Don Mariano Fernández
y posteriormente en la asomada de un barranco donde llaman Vergara.
Describe
las casas de la isla del Hierro, como casas con techos de pajas, y piedra seca,
aunque si bien es cierto que menciona otras con techos de teja y madera
procedentes de las sabinas.
El
9 de septiembre de 1779 viajó a Punta Grande, lugar en el que tomo tierra,
desde ahí describe las vistas de los dos roques: El de Salmor que hace punta en
el cabo que mira hacia el norte hasta la punta de la Dehesa formando un arco
abierto
El
día 18 acudió a ver el pozo al que los habitantes llamaban Del Roque, en el que
se proveían de El Golfo a los Llanillos, tanto el ganado como la población. Tal
y como cuenta en su diario el pozo fue abierto en el año 1705 pero su agua era
demasiado salobre, prueba de la carencia de agua a la que podían tener acceso.
Posteriormente pasó al paraje que llaman Los Ríos para acercarse al pozo que
allí se encuentra, bajando por los riscos que bate el mar en busca de las aguas
dulces que por allí habían, menciona además lo costoso que resultaba llevar el
agua hasta las casas.
Durante los 40 días que paso en Vergara prestó mucha atención a adquirir noticas del cultivo de las tierras, los viñedos y sus formas de criarlos.
Durante los 40 días que paso en Vergara prestó mucha atención a adquirir noticas del cultivo de las tierras, los viñedos y sus formas de criarlos.
El
20 terminó su estancia en Vergara y viajo hacia la Villa, describe el camino
hasta la desembocadura de Jinama, como
un risco de una diforme altitud y aspereza hasta su destino anteriormente
nombrado. Una vez llegó a Jinama la
describe como un lugar de brezos, viñatigos, barbusanos, hayas y mocanos que
formaban según él, un monte divertido.
Tras
varias horas de camino por las que pasó por los llanos de Nisdafe, llegó a
villa de Valverde, la capital de la isla. En el último tramo de recorrido
llamado Tejegüete habla de la existencia de 20 – 25 charcos de agua
artificiales creados por los habitantes con el propósito de recoger y almacenar
el agua de lluvia.
El
11 de Octubre acudió a la revisión de su compañía con sus respectivas
dotaciones, Comenta que comenzó su
revisión a la parte sur, por la del Pinar, y tras tres horas aproximadamente
llegó a Taibique, en la que se encuentra la ermita de San Antonio de Abad. Ese
mismo día a las 2 de la tarde, llegó al puerto de Naos. Entre Naos y Orchilla
hay un paraje en medio de un volcán que él describe como apenas transitable a
pastores y orchilleros, en el que se pueden divisar varios asientos con
espaldares en forma de sillas. Este vecindario se provee de agua salobre unto
al mar y tal y como afirma en su diario, en invierno se proveían de charcos o
pocetas de barrancos. La noche del día
11 la pasó en casa del sargento y le obsequiaron con una serie de bailes que
los herreños desempeñaban con mucha agilidad.
El día 12 a las 7 de la mañana marchó rumbo a
Sabinosa, lugar más occidental de la isla. Subió la cumbre caminando y bajó a
pie tal y como la describe él “aquella terrible altitud de arena de volcán
hasta llegar a los Llanillos. Tras 5 horas de caminata se tumbó a descansar en
la Sabinosa. Describe el camino entre el Tabique y el pinar como un lugar
despoblado de pinos debido a un huracán que lo destrozó 50 años atrás. A medida
que avanza y finalizan las zonas de pino se observa un brezal antiguo y fuerte.
En esta Sabinosa, tal y como cuenta el autor, habría entre 27 y 30 habitantes.
Destaca también la existencia de viñedos que se habían plantado recientemente y
que daban un muy buen vino.
El
día 13 por la mañana revisó las demás dotaciones del Golfo, valle que cierra
desde la punta de la Dehesa hasta los Roques de Salmor al norte, una gran
montaña en forma de herradura.
El
día 14 se restituyó en la capital hasta el día 17, en el que pasó a San Pedro a
revistar la segunda compañía y parte de la tercera. Acudió al risco que cae
encima de los Roques de Salmor y descubrió un inmenso precipicio. Próximo al precipicio
se puede divisar, tal y como cuenta el autor, una cuevecita con la imagen de
Nuestra Señora de la Peña.
El
22 por la tarde, tomó un paseo al Charco de Tamaduste, a una legua de la villa.
En esta zona el autor aporta una idea que es la de abrir un buen puerto en esta
zona con el fin de lograr la seguridad de la que carece la isla.
El
día 24 fue a Azofa a más de una legua y media de distancia. En la zona
habitaban aproximadamente unos 200 vecinos. Al llegar se revistaron aquellas
dotaciones de los milicianos.
El
26 al atardecer, Urtusáustegui salió a registrar el paraje donde estuvo el
árbol santo. Caminó sobre infinidad de lomada, cortaduras y barrancos que se
atraviesan. Estas grandes laderas, altas y con gran inclinación, son una gran
fuente de alimentación para el ganado cuando comienzan las lluvias.
El
día 29 quería atravesar la isla en línea recta de oriente a poniente y marchó a
las 6 de la mañana con un día bastante tormentoso. Describe ese día con una
espesa bruma. A las 6 horas de viaje llegó a la ermita de Nuestra Señora de los
Reyes, que está en medio de 13-15 montañas. Dejando a una legua de distancia la
ermita de los Reyes al Puerto de la Orchilla en línea recta, y habiendo subido
la primera cuesta para entrar a la cumbre, se encontró la fuente de Binto. Se
trata de una estiladera repartida en dos manantiales de muy buena y fresca
agua.
El
8 de noviembre paseó hasta el puerto, que es como una hora y media de camino, y
allí montó en uno de los dos barquillos que hay de pesca en la isla, a las
salinas que fabricó don Felipe Bueno, en la que se recogen de 30 a 40 fanegas
de sal. Junto a ellas se halla el pozo de Timijiraque, bastante hondo y de
abundante agua dulce, fundado sobre cuatro palos de sabina.
Urtusáustegui
habla a menudo de la isla con los términos: empinada, quebrada, compuesta de
multitud de lomadas, montañas y barrancos, que la hacen agraria desde la costa
y con muy buenas temperaturas, concretamente en la zonas de las Sabinosas
debido a la larga y saludable vida de la que allí gozan sus habitantes.
El pescado que en la isla se coge es esquicito. Por ejemplo: pejeperro, morena y otros semejantes que en las otras islas pasan desapercibidos, en esta son manjares. Entre la fauna, Urtusáustegui destaca gran número de palomas, pardelas, taoces, etc. En el roque más pequeño de Salmor y el más avanzado al mar se hallan lagartos muy gruesos de una vara de largo muy similares a una especia de caimán, tal y como relata el autor. Toda la banda del sur hasta el oeste de la isla, destaca por su aspereza y sequedad; las ovejas se sustentan de la Dehesa. Estas dan un queso muy estimado.
El pescado que en la isla se coge es esquicito. Por ejemplo: pejeperro, morena y otros semejantes que en las otras islas pasan desapercibidos, en esta son manjares. Entre la fauna, Urtusáustegui destaca gran número de palomas, pardelas, taoces, etc. En el roque más pequeño de Salmor y el más avanzado al mar se hallan lagartos muy gruesos de una vara de largo muy similares a una especia de caimán, tal y como relata el autor. Toda la banda del sur hasta el oeste de la isla, destaca por su aspereza y sequedad; las ovejas se sustentan de la Dehesa. Estas dan un queso muy estimado.
Decía
Urtusáustegui que para socorrer las miserias que a cada pocos años se ve
expuesta la isla. Se fundó un pósito o montepío que se dotó con 1.400 pesos por
escritura, que otorgó en Manila a 31 de mayo de 1697. El Marqués Braciforte ha
puesto sello a su restauración. El mayor cosechero de la isla es don Pedro
Echevarría en el que en años buenos puede recoger 20 pipas de aguardiente, 12
de vino, 13 de higos pasados y de 500 a 600 fanegas de trigo.
Urtusáustegui
quedó sorprendido al ver como los isleños de El Hierro usaban la orchilla para
dar tinte a los foles o borrachetas, que es como nombran ellos a las pieles de
becerro y cabrito.
Destaca
el autor la escasa densidad demográfica, puesto que cuenta que la isla no tenía
muchos habitantes antes de la conquista y que fueron poco más de 40 familias de
los conquistadores a establecerse en ella. Destacan: los Espinosas, Martelos,
Padrones, Quinteros, Ayala, Peraza, Mérida, Frías, etc. También hace patente
que en esos años de miseria muchos herreños abandonaban la isla, sobre todo a
América y a Tenerife.
Aunque
si bien es cierto que El Hierro tenía sus milicias, estas carecían de buen
armamento de fuego, de pólvora y de piedra de chispa, pero contaban con que la
mayor dificultad que podrían tener nuevos colonos era la inaccesibilidad.
Una
de las cosas en las que el autor hace más incapié, es en el hecho de que la
gente pobre de la isla está subordinada por la gente rica, resalta además, el
hecho de que describe a esta gente rica como personas avariciosas y amantes del
dinero.
Urtusáustegui
queda sorprendido con la admiración y advocación de los isleños a Nuestra
Señora de los Reyes a esta capital, que él describía a los isleños como
poseídos. Durante el trayecto de la procesión se iban sumando más vecinos de
diferentes pueblos: Sabinosa, el Pinar, el Golfo, Azofa, etc. En ella los
hombres iban descargando fusilería, mientras que ellas iban tirando flores a lo
largo del camino.
Destaca también el hecho de que no quede burro, mulo, yegua o caballo en toda la isla que no lleve un jinete encima. Tal y como mencionó el autor: “jamás he gozado procesión más festiva, tan vistosa ni de igual concurrencia en la que los herreños se esmeran en forjar su poesías.”
Destaca también el hecho de que no quede burro, mulo, yegua o caballo en toda la isla que no lleve un jinete encima. Tal y como mencionó el autor: “jamás he gozado procesión más festiva, tan vistosa ni de igual concurrencia en la que los herreños se esmeran en forjar su poesías.”
El
día 16 de noviembre de 1779 abandonó la isla rumbo en primer lugar a La Gomera.
Dos días más tarde salió de La Gomera y tras casi 11 horas de travesía
desembarcó en Santiago a media noche. Años más tarde volvió a La Palma, pus
recibió una orden del Marqués de Baciforte para que justificase y averiguase
toda la información posible sobre el bárbaro suceso del 7 de diciembre ocurrido
en el puerto de Naos en el que 36 extranjeros que soltó un bergantín y a
quienes dieron muerte de una forma cruel por orden del Gobernador don Juan
Briz.
LA
ISLA DE EL HIERRO VISTA POR TRES VIAJEROS INGLESES, OLIVIA M.STONE, JOHN
WHITFORD Y ALFRED SAMLER BROWN
Olivia
Stone llegó a Canarias concretamente el 05 de Septiembre de 1883 desembarcando
en el puerto de Santa Cruz de Tenerife acompañada de su esposo James Harris
Stone, para recorrer el archipiélago a
partir de un proyecto perfectamente estudiado y planificado, que duraría tres
días.
Su
objetivo era acercar Canarias al lector inglés a través de una síntesis de
paisajismo urbano y natural, datos de la historia, económicos y culturales y
observación de las costumbres de la vida cotidiana de sus habitantes.
John
Whitford fue un viajero ingles aquejado de reumatismo que recorrió el
archipiélago con una pesada cámara fotográfica a las espaldas. Y publicaría su
libro: las Islas Canarias, un destino de invierno en Londres en 1890, que
impactó entre los lectores, por estar ilustrado con fotografías y mapas de las
islas. Esta escrito con admiración por el paisaje y refleja la pobreza de la
isla de el Hierro “La isla es pobre, las casas son humildes y los nativos
carecen de ímpetu, las mujeres realizan los trabajos pesados, cargando sobre
sus espaldas pesadas cargas”.
Alfred
Samler Brown publica su guía Madeira y las Islas Canarias en 1889, en el que
incluyó un apéndice en el que informaba sobre todos los hoteles y posadas
abiertas en el archipiélago y detallaba
las casas comerciales en funcionamiento
en las capitales y puertos isleños.
De
estos tres autores y visitantes de la isla el que bajo mi punto de vista el que
más datos aporta es el de Olivia M.Stone.
Su
recorrido comienza el martes 25 de septiembre de 1883, saliendo en una goleta
desde Tenerife, a las 5 de la tarde llegaron al Hierro desembarcando en el Rio,
trepando y saltando por encima de las rocas alcanzaron la costa, los montes
cubiertos de lava negra dominan el paisaje. En la zona crecían unos arbustos
llamados vinagreras que le daban un aspecto peculiar al paisaje y lo come el
ganado.
Observa
que toda su costa es acantilada, hay
poco litoral llano y el que hay está rodeado de acantilados, por eso los
pueblos o aldeas se encuentran sobre una
meseta en el centro de la isla. Valverde es la ciudad principal y está a 4
millas y media del puerto y a un par de millas del Rio, no hay fonda de ninguna
clase y se hospedaron en casa del cura, los habitantes los miraban con
curiosidad pues no estaban acostumbrados a ver extraños. Su aposento fue muy
humilde, las paredes tenían más de dos
pies de grosor que garantizaba el fresco.
El
miércoles 26 de Septiembre segundo día de viaje desayunan café, miel y huevos
fritos en aceite, y esperan la llegada de dos mulas y un caballo para salir
hacia el pinar. Ven que las casas no están dispuesta en hileras sino
diseminadas sin ningún orden, algunas
tienen azoteas y otras las típicas tejas rojas, las paredes están enjalbegadas,
la vegetación se entremezcla con las casas. El aire agradable debido a la
altitud, unos 1750 pies sobre el nivel del mar.
La
isla no tiene residentes acaudalados, la casa del sacerdote es la única de
cierto tamaño o comodidad, el resto son las casas de los campesinos.
La
isla no posee ninguna carretera ni por consiguiente ningún vehículo de ruedas.
Las
hierbas, helecho y ortigas crecían a lo largo de la pista y donde estaban
amuralladas se descubren líquenes que cubrían el lado norte de los muros. Había poco gente en las afueras y se
escuchaba el canto de los pájaros.
El sendero serpentea por entre las curvas de las colinas, se encuentran varias calderas o volcanes prueba del origen volcánico de las islas. El sendero está formado por tierra prensada firmemente por el paso. En su recorrido pasan por Tiñor, grupo de casas bajas y con techo de paja a 2675 pies de altitud, al subir el terreno se va transformando en una especie de arena roja y es más pedregoso, siguen subiendo y se encuentran charcas de agua que se forman con las lluvias del invierno y como estaban a 3000 pies sobre el nivel del mar no llega a evaporarse totalmente, cientos de pájaros canarios se congregan en ellas.
El sendero serpentea por entre las curvas de las colinas, se encuentran varias calderas o volcanes prueba del origen volcánico de las islas. El sendero está formado por tierra prensada firmemente por el paso. En su recorrido pasan por Tiñor, grupo de casas bajas y con techo de paja a 2675 pies de altitud, al subir el terreno se va transformando en una especie de arena roja y es más pedregoso, siguen subiendo y se encuentran charcas de agua que se forman con las lluvias del invierno y como estaban a 3000 pies sobre el nivel del mar no llega a evaporarse totalmente, cientos de pájaros canarios se congregan en ellas.
Constantemente
pasar junto a estanques de agua de
lluvia, una necesidad en el Hierro, ven
cultivos de papas verdes y frescos.
En
San Andrés las cabañas están construidas con materiales del mismo color del
suelo resultando casi invisibles, las casas están amuralladas en esta zona.
A
veces el camino atraviesa lugares que
parecen haber sido excavados en el terreno.
A
3500 pies crece el brezo, los pinos tenían formas extrañas y retorcidas algunos
doblados hasta el suelo y diseminados.
Llegan
al Pinar y divisan ovejas y vacas en los corrales,
prueba de que abundaba el pasto en los alrededores.
Se
dirigen al Malpaso, llegan a una cabaña a 3650 pies sobre el nivel del mar, con
un clima agradable, la cumbre de Malpaso es el punto más alto de la isla a 4400
pies la neblina impedía ver el lugar donde debía estar el Golfo.
Cuando
alcanzaron una altitud de 2050 pies La Dehesa apareció repentinamente a lo
lejos, (famosa por ser el lugar a través del cual Richeliu decidió que el
primer meridiano debería pasar ya que era el punto más occidental que se conocía.)
Sabinosa
se extendía a sus pies.
El jueves 27
de Septiembre parten colina abajo
hacia un manantial de aguas medicinales que hay cerca del mar, lo curioso de
este pozo o manantial es que se encuentra bajo el nivel del mar, dicen que es
buena para enfermedades de la piel.
Avanzando
hacia los Jaralejos había higos
pudriéndose en el suelo en grandes cantidades y secándose sobre los muros y
tejados por miles y sin embargo el Hierro no los exporta a otros lugares, no
eran comparables a los de Inglaterra ni en sabor ni en tamaño. También hace
referencia a que en la isla a pesar de que hay un número apreciable de vacas no
se hace mantequilla al no existir demanda y dice que se podía montar un negocio
con este producto.
La
vid, el centeno y la cochinilla son los
principales ocupantes de la tierra y hay también una cantidad grande de pasto
llegando a Tigaday y ven a algunas mujeres con husos hilando mientras caminaban
o permanecían sentadas.
Atravesaron
varios caseríos del extremo noroeste del Golfo, Velgara, Los Palos y finalmente
Guinea este último justo debajo del acantilado, comienza la subida en el sendero cuya anchura
varía entre 3 y 6 pies, se ha construido excavando y barrenando el acantilado,
el suelo es de piedras oblongas, las curvas eran frecuentes y cerradas subiendo
en fila india, el paisaje es precioso, es increíble pensar que esa pared
inclinada es el único camino entre una de las zonas más pobladas de la isla y
su capital Valverde, es un gran camino en todo el sentido de la palabra y un
triunfo de la técnica semicivilizada, se cruzaron con campesinos que llevaban
varas largas con las que se ayudaban a caminar.
Observa que los hombres son altos pero desgarbados, de aspecto tímido, como ausente, tienen aspecto sincero y por regla general hombres y mujeres tienen rostros claros y sanos, el pelo casi siempre castaño oscuro, son tranquilos y agradables y son capaces de coger y apreciar las bromas.
Observa que los hombres son altos pero desgarbados, de aspecto tímido, como ausente, tienen aspecto sincero y por regla general hombres y mujeres tienen rostros claros y sanos, el pelo casi siempre castaño oscuro, son tranquilos y agradables y son capaces de coger y apreciar las bromas.
Hace
referencia a que no hay obras públicas a medio terminar ni grandes casas en
decadencia. Todo es pobreza. Los habitantes son campesinos y los más
acaudalados siguen siendo campesinos de clase media.
El
viernes 28 de Septiembre cargan la mula con el equipaje partiendo de Valverde
hacia el Puerto, un amplio sendero de una legua y media discurre entre Valverde
y el puerto.
Al
salir de Valverde pasaron junto a dos molinos de viento con aspas de lona muy
remendadas y por un cementerio rodeado por altos muros y se extrañan que todos
los cementerios estén rodeados de altos
muros.
El
mar se dibuja a los lejos aunque no puedan ver ni la costa ni las rocas, la
bajada era empinada y abrupta. Hacia el norte divisó varias puntas escarpadas
que penetraban en el mar formando pequeñas bahías. La costa agreste y afilada y
los acantilados protegen a la isla de la furia de un atlántico salvaje. El
Hierro era el punto más occidental entre África y América y fue lo último que
vio Colón en sus viajes al nuevo mundo.
Mientras
esperan en el puerto ven que la mayor parte de las mujeres van con los pies
descalzos.
La
llegada y la partida de la goleta era el único acontecimiento de la semana para
los herremos y lo único que los mantenía en contacto con el mundo exterior.
2. De estas dos primeras lecturas, que
corresponden a dos momentos distintos de la historia de la isla (siglos XVIII y
XIX), realiza una comparación de los aspectos que los autores tratan,
similitudes y diferencias de sus descripciones y relatos (2 páginas como
mínimo).
Para
establecer una relación entre los dos libros hay que partir de la idea de que
se trata de siglos diferentes, pero en la isla del Hierro, desde el punto de
vista del desarrollo tanto de infraestructuras como crecimiento socioeconómico
ha sido un proceso muy lento.
Ambas
lecturas tienen en común que describen El Hierro con más semejanzas que
diferencias, esto hace evidente que no se ha producido desarrollo alguno. Todos
los autores llegan a la isla en pequeñas goletas, Además de la dificultad de la
que hablan muchos de ellos para desembarcar debido a pésimas condiciones del
puerto.
Los
libros describen la isla como un lugar acantilado con numerosos barrancos a los
largo de su superficie, y grandes acantilados.
Hablan
de pequeñas casitas muy humildes fabricadas con techos de paja, a excepción de
la casa del cura que tal y como mencionaba Olivia Stone la casa del cura era la
única que parecía tener cierto tamaño y comodidad, mientras que el resto de las
casas pertenecían a campesinos.
Evidentemente
el Hierro no contaba con infraestructuras de transportes como por ejemplo
carreteras etc. Apenas habían pequeño caminos por lo que transitaba el ganado y
los habitantes de la isla.
Cuando
describen la zona de Valverde, lo hacen diciendo las casas no tienen
planificación alguna, no se trata de hileras de casas, sino que se encuentran
diseminadas sin ningún tipo de orden. Hablan de un clima fresco en la que la
vegetación y viviendo funden dando lugar a un bello paisaje.
Todos
los autores de los libros en algún momento de su recorrido y sus experiencia
hablan del paisaje fruto de un volcanismo reciente (el que más en todas las
islas canarias, puesto que es la isla más joven del archipiélago).
Además
de lo anterior, los libros tienen en común su admiración a los ingenios de los
habitantes del Hierro para conseguir agua de la forma que fuese necesaria; ya
sea con charcos artificiales para recoger el agua de lluvia, construyendo
pozos, o subiendo y bajando vertiginosos acantilados para recoger ese bien tan
preciado en canarias como es el agua.
Por
la forma de describir las casas de otros pueblos como el de San Andrés y
algunos matices entre los dos primeros libros ya que en el primero no menciona
un amurallamiento en las casas mientras que Olivia Stone si lo hace, además
destaca el hecho de que las casas son del mismo color que la Tierra por lo que
de lejos parecían casi invisibles.
Llegando
a la zona del Pinar tanto Antonio Urtusáustegui como Olivia Stone, hablan de
grades pastizales en los que abunda el ganado sobre todo, ovejas y vacas, que
un momento determinado algunos de los escritores se cuestionaron el por qué si había existencia de vacas
limitarse solo a la fabricación de quesos y no de otros productos lácteos como
la mantequilla.
Tanto
Olivia Stone, John Whitford, Alfred Samler Brown y Urtusáustegui describen una
realidad en la isla de Hierro que se basa en una gran pobreza en todos los
aspectos en la isla, no hay grandes infraestructuras públicas, se trata de una
economía pobre, con escases de bueno
recursos hídricos y el peligro que corrían los habitantes de la isla subiendo y
bajando acantilados para poder almacenar agua, con zonas volcánicas sin caminos
de fácil tránsito, describe a la sociedad del Hierro como personas honradas y trabajadoras
en la que las mujeres hacían muchos de los trabajos más duros y aun así tenían
fuerzas para llegar la noches y hacer sus bailes típicos.
Algunos
como Urtusáutegui quedaron impresionados de la adoración a las vírgenes y sus
procesiones llenas de belleza en la que hombres mujeres y animales participaban
como uno solo.
03. Hierro, EL (SIGLOS
XV-XIX). LOS CAMINOS TRADICIONALES DE CANARIAS
CAMINOS TRADICIONALES
DE CANARIAS. EL HIERRO, SIGLOS XV-XIX
El Hierro es la isla que se sitúa en la posición más
occidental del archipiélago, por tanto,
es la
más alejada del continente africano y es a su vez el territorio canario
más cerca de América. Está localizada
a 61 km de la Gomera, 68 km de La Palma
y 118 de Tenerife y es la más pequeña de las
siete islas con una superficie de 269 km.
Históricamente, cuando la navegación se efectuaba a vela, su
localización geográfica facilitaba el desplazamiento hasta ella de cualquier
punto del noreste y del noroeste del Atlántico, dado el componente estacional
de los vientos y la dirección de las corrientes que la afectan. Sin embargo,
estas facilidades de acceso se convierten en desventajas, cuando se trata de
salir de la isla, porque las corrientes y los vientos eran adversos para los
desplazamientos en sentido contrario.
De hecho, no existen en sus 106 km de litoral abrigos naturales aptos para el refugio y
desembarco de navíos, la configuración estructural de la isla hace de sus
costas lugares casi inaccesibles, y es la de mayor pendiente media del Archipiélago.
El Hierro es geológicamente muy joven, apenas tiene una
antigüedad de unos 750.000 años. En ese espacio temporal creció rápidamente, a
base de la superposición de conos y coladas volcánicas, esto condiciona además
el escaso desarrollo de los suelos que son predominantemente pedregosos y poco
profundos y que al descansar sobre materiales sin alterar, contribuyen a que la
erosión descubra con facilidad la roca madre en gran parte de su superficie.
La red caminera de la isla de morfología en dorsal se
caracteriza por la interacción de los siguientes tipos de caminos:
-Camino de capital a puerto es el
camino principal que enlaza la capital insular con el puerto principal.
-Camino de circunvalación periférico
de primer orden. Es el camino de primer orden que circunvala la isla y que une
todos los centros agrícolas costeros con la capital insular.
-Caminos de banda a banda: caminos de
interfluvio que comunican los centros agrícolas de ambas fachadas de las
dorsales a través de las cumbres.
-Caminos de cresta, que son los que
recorren las crestas de las cordilleras dorsales.
-Caminos de mar a cumbre que
comunicaban las localidades costeras con las cumbreras atravesando las
medianías.
-Caminos de centros agrícolas a
costas que son caminos de interfluvio que unen los centros agrícolas con los
respectivos puertos.
Fueron los bimbaches los que abrieron
y diseñaron las primeras sendas del territorio insular. Éstas fueron las líneas
guías sobre las que evolucionaron los caminos que se siguieron a partir de la
conquista de la isla, entre 1445 y 1450, y que perduraron hasta mediados del
siglo XX.
Los primeros habitantes siguieron las
rutas naturales. Aprovecharon las oportunidades
de desplazamiento que ofrecían la orografía, las condiciones climáticas
y la vegetación y, por eso fueron los primeros en optimizar la utilización del
espacio.
Estas sendas se adaptaron al paso de
las personas y de los animales, fundamentalmente, de las cabras, ovejas y
cerdos, lo que determinó que fueran estrechas y sin apenas obras de acondicionamiento.
Es imposible reconstruir con exactitud
las vías que diseñaron dichos pobladores, porque la reutilización y la
falta de referencias a estos pasos naturales lo hace inviable. Sin embargo se
deducen las posibles rutas.
Desde su conquista hasta la abolición
de los señoríos, el Hierro formaba parte del Condado de la Gomera. El trazado
de la red de comunicaciones terrestres se mantuvo, aunque la introducción de
una nueva cultura tecnológicamente superior modificó el signo de la
intervención en el medio, transformándolo, añadiendo nuevos medios de
transporte (animales de carga o tiro) y favoreciendo las obras de mantenimiento
en los trazados existentes que fueron reutilizados y modificados en función de
las nuevas exigencias.
Los pueblos de la isla eran de escaso
tamaño y sus viviendas tenían unas condiciones precarias, durante el siglo XVI
aparece un nuevo modelo de comunicaciones
reutilizando las rutas practicadas por los bimbaches y abriendo algunos
caminos agrícolas y silvícolas.
El
proceso de colonización territorial generó una red de comunicaciones
precarias, caminos estrechos expuestos a los avatares de las condiciones
climáticas. Los senderos se comenzaron a empedrar en los lugares de mayor
pendiente para mejorar el paso de las caballerías, transformando las sendas y
veredas en caminos de herradura. La apertura, arreglo y mantenimiento de los
caminos era competencia del consejo capitular.
La expansión agrícola fue lenta y
tardía, produciéndose sobre todo a finales del siglo XVI y primeras décadas del
XVII, en estas fechas el paisaje se vistió con las paredes de los cercados y
con los aljibes de los pastizales, una forma materializarse en el territorio
esa continua lucha entre el pastor y el agricultor.
La red de caminos en el siglo XIX se
estructuraba en torno a las tres comarcas de mayor población y actividad
económica: La comarca de Valverde-Barlovento-Nisdafe, el Valle del Golfo y el
Pinar-La Dehesa.
A lo largo del siglo XIX y durante
las primeras décadas del siglo XX, con mayor intensidad la respuesta a las
dificultades económicas insulares en un medio que poco o nada proporcionaba,
derivó en un proceso de emigración masivo. El hambre y la penuria obligaban a
sus gentes a marchar lejos en busca de un futuro mejor. Si resumimos, el Hierro
es una isla abrupta, pequeña, poco poblada, señorial, con escasos recursos y
periférica desde el punto de vista de su papel en el marco económico regional.
La primera carretera que se terminó
en el Hierro fue en 1926. La infraestructura de comunicación de mayor envergadura,
el túnel que comunica el norte de la isla con el Valle del Golfo por las puntas
se ha realizado en el siglo XXI en el año 2003 concretamente.
Resumiendo hasta hace unos pocos años
el escaso grado de evolución y dinamismo de la red viaria del Hierro y las
dificultades de su población para superar la situación de autarquía de su
economía establecieron entre si una
relación de causa efecto. La penuria generalizada impedía el desarrollo de las
comunicaciones y la deficiencia que presentaba la red repercutía en un menor
grado de articulación espacial. Este círculo vicioso impidió, durante mucho
tiempo, el logro de una necesaria cohesión social y territorial, condición
indispensable para el progreso de los pueblos.
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